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"Quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad." Antonin Artaud

Un cuento para la pandemia. 

En un tren, casi vacío y blanco, una reflexión de luz, del brillo del sol, entra por la ventana y me encandila.

Tenia ganas de hablarle a alguien pero no se puede, cierro los ojos y me duermo.

Un haz de luz se refleja cálidamente en el vidrio texturado y antiguo de la ventana de la cocina.

Una nena juega con un perro en la galería del fondo de la casa, mientras una mujer de unos 34 años se viste y maquilla en el comedor fumando un cigarrillo. La niña entra a despedirla. La mujer agarrando sus cosas, sale y le dice que si todo sale bien, a la tarde pasará por ella para ir de compras.

Después de más de un día dandole alfajores de mala calidad de comer a su hija no queda otra que ir a trabajar. Pero una persona sin estudios no encuentra un trabajo decente. La niña la esperaba con incertidumbre, porque podía tardar días en regresar. Ese día no ¡Y qué suerte! porque Ana ya estaba cambiada y expectante en la puerta, para cuando llegó, así que no tuvo que bajar del auto para decirle que subiera:

        ¡Vamos hija arriba! Mirándola con los ojos más grandes que la luna y color miel.

A Ana le encantaba andar en auto, de todas maneras cualquier cosa era mejor que quedarse sola en casa, de noche y sin saber que podría pasarle a su madre si no llegaba.

Primer destino la gomería, donde el gomero, persona desagradable, le compraba las gomas nuevas y le ponía unas usadas.

La tarde pasaba y los ojos de Ana, abiertos, gigantes, si como los de su mamá, bajo las estrellas, en el asiento trasero del auto; en barrio un humilde por los fondos de Burzaco, esperaban. Tenía miedo cuando entra su madre sonriente y le dice que ha salido todo bien y que podrían ir de compras por fin. La alegría era compartida y la niña comienza a hablar de cualquier cosa en relación a lo que comerán o a los juguetes que quiere para su cumpleaños.

El barrio estaba muy calmo, siempre con música y luces que se escuchaban a lo lejos, pero lo que más se veía era el cielo gigante. Una camioneta de la policía pasa con mucha prisa como a dos cuadras arriba, de izquierda a derecha. Se miran y aprietan los dientes, era obvio que iban en otra dirección. Cuando salen a la avenida H. Yrigoyen y doblan a la derecha, ven que a una cuadra y media más atrás, hay un patrullero, estacionado, sin luces.

No dicen nada, pero se asustan y aumenta la velocidad. En el semáforo la mujer le dice a la niña que vuelva al asiento de atrás y debe frenar.

Los ojos clavados en el espejo retrovisor, ven el momento justo en el que el patrullero arranca de forma brusca. Antes de que cambie a amarillo, se escucha con voz temblorosa: - Dale ma arrancà! Un volantazo a la derecha coincide exacto con el estallido de las sirenas, que efectivamente venían detrás de ellas.

:- Mierda! Acostate en el asiento y agarrate!

:- pero quiero ver.

:-Acostate en el asiento!

Se acuesta, agarra bien fuerte y cierra los ojos. Eso se había convertido en una montaña rusa pero bastante más real. No había tiempo para pensar en ganas de vomitar.

El sonido de la sirena indicaba la distancia que se llevaban.

La mujer pensaba que cada vez serían más, entonces, debía perderlos ahora, dejar el auto y seguir caminando. Pero en el instante se cruza otra patrulla que viene de frente, la esquiva y grita: ¡Ana tirate al suelo! ¡Hijos de puta! Pues esta venía disparando, un tiro tras otro, sin parar, parecía que eran varios los que tiraban.

La niña cierra los ojos justo a tiempo para concentrarse en sostener su cuerpo con las manos, el auto había girado en “u” a unos 130 kilometros por hora.

Mientras los tiros continúan y la desesperación aumenta piensa qué probabilidades tienen de que las maten, por más que detenga el auto.

Ya no había tiempo de pensar; y escapar no era una posibilidad, probable.

Entonces decide doblar a la derecha, baja rápidamente la velocidad, frena y le pide a Ana que corra detrás del árbol y se acueste en el suelo.

La mujer no había llegado a pararse en el medio de la calle y subir las manos a la cabeza que doblan los patrulleros en la esquina. Élla grita ¡No disparen que hay una niña!

Un culatazo en la cabeza nubla la vista, solo queda el grito de la niña. Casi como alarido:

:- Mamáaaa!!!

Y todo vuelve a comenzar.

Porque el sistema es punitivo, a palazos tenés que aceptar tu condición de esclava.

A nadie le gusta robar para vivir, ni vivir para estar encerrada.

Me despierto en ese tren blanco, nadie mira para los costados el sonido es como encapsulado, ¿Llegue o llegamos? Tengo capucha, anteojos y barbijo, debe ser por eso lo del sonido, nadie habla. Solo quiero estar afuera.

 

Lita Diaz 2020

Los Hilos de María

Lita Diaz (2018)

Desde chica en su casa se escuchaban novelas de detectives donde siempre se buscaba el culpable de la historia, sobre todo en invierno porque el frio la hacía encontrar más cosas para hacer en casa, con los mates de leche de la abuela y la mirada dulce y compañera de su perra. Una abuela siempre quiere lo mejor para su nieta, después del fallecimiento de la madre de la joven, habían creado un lazo realmente fuerte compartiendo todos los momentos de sus vidas juntas. María vivía con sus abuela y abuelo, lxs cuidaba, se encargaba de su salud, que comieran bien y que no le llegaran los chusmerios de las malas lenguas. Vivian en el barrio de Banfield, cerca de la cancha y la estación de trenes, un poco mejor que modestamente. Maria se mostraba como una joven bella e inteligente, una persona trabajadora y, sobre todo, estudiosa que tenía grandes proyectos en su vida, sabía que no sería nada fácil, tampoco es que debía serlo. Pero habia algo a lo que no encontraba solución, le impedia caminar tranquila por la calle porque le ocupaba la mente todos los días: sus relaciones amorosas. A su primer novio, Luis, lo dejó cuando perdió a su madre (él no la comprendía) aun hoy después de 10 años, una vez cada dos o tres meses, se aparece en alguna esquina y la sorprende con algún obsequio o invitación mientras que María prácticamente ni se da por aludida. Recuerda todas las veces encerrada en su casa queriendo hacer algo, el durmiendo, salía solo por su familia o amigos y no era nada cariñoso. Su abuela cuando conoció a su segundo novio, Pedro, pensó que había sido correcto que dejara al anterior porque esta vez vio a su nieta realmente feliz (primero tenía que terminar la facultad), si bien fue el noviazgo más largo, cuando a él se le metió en la cabeza que ya quería tener hijos, fue cuando comenzaron las peleas y no cesaron hasta que termino por desgastar la relación por completo. Hubo un tercero, Ismael, en el cual todas volvieron a confiar, aún lo quiere pero se dio cuenta de eso después de haber terminado la siguiente relación con Héctor, porque con este último no habían sabido siquiera crear esos hilos que conforman el sentimiento verdadero, del amor sincero y sin mentiras (es que no era para ella). Ya de este último por lo menos la abuela ni se había enterado (hasta que comenzaron los llamados telefónicos nocturnos). Cuando María caminaba por la calle aturdida por tantas peleas, porque cada vez que se peleaban con uno de ellos, la separación duraba meses, solía preguntarse: “- ¿Qué es lo que hago mal?”. “si solo hago lo que siento”. Las opiniones de amigxs y familiares estaban divididas pero todxs coincidían en que debía casarse pronto. Para ella las cosas que pedía eran justas (y lo eran). Todas las semanas encontraba algo que le dejaba alguno de ellos cerca de su casa, del estilo de flores o un pasacalle, una vez a la salida de la facultad se encontró con uno que decía que la esperaría por siempre y que el si la amaba. Hector firmaba. “Por lo menos no decía Marìa”, pensó ella. Pareciera que nunca los quiso, pero no era así, cada pérdida la vaciaba por dentro, la entristecía tanto que no podía salir de su casa, pues el sentimiento que construyeron juntxs había sido tirado la basura y no podía creerlo. El verdadero problema eran las consecuencias. Muchas veces tenía que mirar dos o tres veces a las personas que caminaban por la calle, pues podía encontrar a sus ex en las expresiones de esos rostros, vestimentas y comportamientos. Cuando estaba en la calle, élla sentía que una especie de espías la seguían dia y noche, que en todo momento venían a buscarla o los vería con otra persona ( asi definiría algún sentimiento real y nadie podría decir que estaba loca, no es porque lo sospechara, pero algunas pruebas no vendrían mal). Por esto era tan difícil para ella pensar en otras cosas, como la belleza de la lectura y de los dias, que tanto disfrutaba y ahora anhelaba. Últimamente su vida se reducía a la preocupación constante de evitar visiones y/o encuentros. Veía caras en todos lados, cuando iba a comprar a veces las veía muy de cerca, se asustaba y tenía que irse sin completar la compra. Por momentos los recuerdos eran buenos pero la necia insistencia hacía que los odie (me pedía ayuda, quería que por favor la dejaran en paz) y volvían. Según la abuela Nilda era muy feo quedarse sola para ver llegar el fin de los días, según la abuela Juana mejor sola que mal acompañada, según algunos filósofos la respuesta para salvarnos de la mala vida, de la vida de esclavitud, era encontrar la libertad en el amor, según su padre el amor es una necesidad de incapaces, según su madre el amor es lo más importante ante todas las cosas, las tías decían cosas como que una solterona era una vergüenza para la familia (¡y lo pensaban!). Entonces María decidía volver a intentarlo, un poco por eso y otro poco porque después de todo los primeros momentos son como maravillosos hilos de miel, que envuelven de felicidad, tan dulces, tan divertidos, una maraña de hilos dorados que tejían con sus brazos, los unía y alimentaba cada día con vivencias sorprendentes y una perfecta combinación de proyectos y gustos de helado. El problema volvía, o uno de ellos, cuando se presentaban a su familia. Ella trataba de cumplir con todo lo que había dicho su abuela o veía que tenía que hacer con todo eso que había dicho su padre o su madre, sus tías y sus amigas, pero era el ahora quien actuaba de forma rara, distante, parecía que ella debía llevar a delante toda la relación, mientras el solo estaba ahí porque si y en algunos casos dar malos tratos (ella sentía que realmente lo estorbaba, ¿Para qué le había hecho cambiar toda su vida si él ahora la iba a ignorar? o lo que es peor contaba con ella solo para los temas familiares!) él le contestaba que no era así y que si así lo sentía él lo cambiaría (eso nunca pasaba). Con el tiempo entendió que esas cosas nunca pasarían, tal vez, en las novelas de Hollywood (era obvio que no la quería). Luego ella trataba de alejarse, pero era imposible, fuera donde fuera uno de esos muchachos estaba ahí y cerca, o sus familiares llamaban para pedirle que fuera a verlos porque estaban enfermos o les acontecían las cosas más peligrosas y alocadas que podía imaginarse. Cuando ya eran muchos los llamados no los contestaba, pero lo que a ella la afligía era que alguna vez la que contestaba era su abuela (cuando ella por las noches hablaba conmigo solo me quedaba por aconsejarle que debía alejarlos para siempre y sobre todo que bajo ninguna circunstancia era culpa suya). En su vida también trascendían otros temas. Aun le llegaba el periódico Critica a la casa, (desde los tiempos que yo vivía con ella) piensa cuáles serán los parecidos con su madre y su padre. Leia ese periodo desde chica, también “El Paso de los Libres” de Jauretche, que le había dejado su madre y Critica de la Razón Práctica de Kant un libro de su padre, junto con el odio al capitalismo, el descrédito de las democracias liberales, la religión, pues el padre decía que dominaron el mundo y su madre que solo buscaban entretener a la población. Sentimientos de amor e indignación acompañan a María en su arduo camino por la bellísima vida pero cuando se iba a alguna plaza a sentarse a leer o salía a caminar con su perra, al cruzar personas, que le preguntaban por ellos o que cuatro de cada diez, tenían los rostros de alguno de sus ex novios, sobre todo el que le había estado llamando en esos días (porque era por etapas que volvían) o preguntando por lo que ella hacía a sus familiares. En esos momentos la ira la llevaba a pensar que eran personas que arruinaban la humanidad y de seguro serian justamente los que sobrevivirían y el mundo se llenaría de esas personas nefastas, tibios, “¡Inservibles!” Una tarde después de una clase de Nietzsche salió de la facultad en Caballito, mientras esperaba el colectivo conoció, a Hugo que salía como ella de la facultad y tomaba el mismo colectivo, hacía ya varios meses. Una vez, a la salida, por fin le habló y se conocieron. María se encontró enamorada otra vez, pero esta vez era el chico más lindo y más inteligente que jamás había conocido, pensó otra vez. Al pasar los días todo iba de maravilla (María se sentía nuevamente caminando por el hermoso sendero del amor) aunque poco hizo esperar, aquella vez, que salió para encontrarse con Hugo en el Parque Lezama, cuando en la puerta de su casa la esperaba Héctor, con su peor manera irritante y escandalosa le pide que hablaran, reclamándole bruscamente que ya sabía porque no le contestaba más el teléfono y las cartas, porque estaba con otra persona; así la acusó de traición, que si acaso no sabía lo mal que le estaba haciendo, que la maldecía y le deseaba que nunca jamás la amara nadie más. Según él, se encargaría de eso (¡para todxs era claramente una amenaza y de las más horribles que existen!). Pero ese día lla, como nunca antes, accedió a hablar con él: “estaremos más tranquilos donde no puedan vernos” (los nervios eran tan fuertes que había olvidado por completo su cita), caminaron algunas cuadras adentrándose entre los árboles y plantas de las veredas tan verdes y luminosas, pues era uno de esos días que el sol parecía ser más grande y no más cálido, si no las luminoso, ¿será porque en invierno los días son mas cortos y se aprecia más cuando sale? Era un sol que irradiaba destellos de luz dorados por absolutamente todos los rincones. Aun así después de caminar varias cuadras y luego de caminos entre ramas, María encontró un lugar donde no podía verla nadie (ella sabía a donde iba y que iba a hacer desde antes de empezar a caminar) y con mucha calma sacó de su cartera un pequeño pero hermoso frasco, una reliquia familiar, y le dijo: - “es Hesperidina, bebe un poco te hace falta, ¡Debes tranquilizarte! Para que podamos hablar en paz”. La obsesión que tenía (que encima no reconocía) nunca lo dejaría replantearse alguna mínima duda sobre la honestidad de su amada, pero ese día María no quiera ser honesta, había preparado un brebaje especial: Héctor terminó el contenido por completo sin compartir ni una gota. Mientras hablaba sobre sus proyectos con hijos y una vida laboral profesional de tiempo completo su voz cada vez más suave parecía desvanecerse, ella no quería mirarlo pues no quiera tenerle lastima y al cabo de pocos minutos el dejó de hablar tanto y terminó por quedarse dormido. Mientras repetía constantemente que no debía mirarlo dejó de escuchar su respiración. Fue inmediatamente cuando se levantó y se fue… (como le enseñé) Pensaba que había encontrado lo que le posibilitaba la felicidad para sus días. Porque esta vez estaba segura que no volvería a soportar ver pasar la vida bajo amenazas, ni espías, nunca más… (¡oh Dios todo poderoso es por eso que mi hija no es culpable! En todo caso lo soy yo, por haberla influenciado y luego dejarla como si no supiera lo que iba a pasarle, desde acá, cada día, ella siempre me escucha y me escuchará por más que ya no esté en la tierra. ¿Qué más haría usted? Viendo todo lo que le pasa, siendo culpable en parte y sin poder intervenir con sus propias manos. Las adversidades que se viven en la tierra no deberían ser resueltas juzgando culpables o inocentes. ¿Pero usted que sabe? Si no estuvo ahí.) Así es como el amor, tanto o mas que la educación de grado y la responsabilidad afectiva debe ser parte de la crianza de todxs lxs niñxs del mundo.

Lita Diaz/ Escribe / Documenta

© 2016 por CAROL COMUNICACIÓN.

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